Q&A’s
El posible impacto incluye efectos directos o indirectos sobre los ecosistemas de manglares causados por las actividades de construcción, el aumento del tráfico marítimo y las operaciones portuarias.
El informe Lynker concluye que el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) no aborda estos aspectos en su totalidad y los considera sin importancia, al mismo tiempo que afirma “que la viabilidad ambiental del proyecto está ‘altamente corroborada’”.
Los cambios en la hidrología, el aumento de la sedimentación y la contaminación no se han abordado en su totalidad. Existe, sin duda, una amenaza de daños graves e irreversibles a los manglares.
Los promotores afirman que el proyecto no está ubicado dentro de un área protegida. El área más cercana, dice, es el Parque Nacional Isla Coiba, a 168 km de distancia. Esto no se corresponde exactamente con la realidad: la distancia en línea recta más corta entre el canal de navegación que será dragado como parte del proyecto y el Parque Nacional Isla Coiba, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es de aproximadamente 63 km.
El proyecto también está mucho más cerca de otras áreas sensibles. Las instalaciones portuarias están a 12 km del Refugio de Vida Silvestre Playa la Barqueta Agrícola, a 20 km del Parque Nacional Marino Golfo de Chiriquí y a 57 km del Refugio de Vida Silvestre Playa Boca Vieja.
El informe señala que, dada la proximidad de estos sitios y las corrientes oceánicas predominantes, se requiere una evaluación más exhaustiva del impacto potencial en las áreas protegidas. Por ejemplo, en relación con los sedimentos resultantes del dragado, la contaminación acústica por el tráfico marítimo y las posibles colisiones con embarcaciones.
Aunque el puerto en sí tendrá un impacto, es probable que el canal de navegación, que atravesará el bosque de manglares de David, tenga efectos negativos más amplios y serios.
El dragado de un canal a una profundidad de 12 m probablemente ocasionará la suspensión de sedimentos transportados por las corrientes, lo que podría:
- Impedir que la luz del sol llegue a los manglares, lo que ralentizaría su crecimiento y el desarrollo.
- Impedir que las raíces aéreas de los manglares tomen oxígeno, lo que provocaría sofocación y muerte.
- Enterrar las plántulas de manglares, lo que dificultaría su capacidad de germinar y crecer.
- Perturbar el delicado equilibrio del ecosistema de manglares, lo que afectaría a los organismos que viven en ellos y en sus alrededores, como peces, cangrejos y aves.
- Alterar los patrones de flujo de agua, lo que provocaría un aumento de la salinidad en el entorno de los manglares, lo que afectaría su crecimiento.
Las columnas de sedimentos finos también podrían alcanzar los arrecifes de coral debido a las mareas, lo que causaría un daño ambiental significativo si los sedimentos se depositan en los arrecifes.
Otros efectos potenciales incluyen la descarga accidental de contaminantes provenientes del tráfico marítimo y la posibilidad de fallas de taludes subacuáticos después del dragado.
No. En lo que se refiere a minimizar el efecto de la dispersión de sedimentos, las medidas propuestas son insuficientes. La modelización utilizada es inadecuada, no está respaldada por los mejores estudios científicos disponibles en estos momentos, y plantea dudas sobre sus afirmaciones.
En cuanto a la contaminación acústica y el tráfico marítimo, el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) carece de estrategias efectivas para garantizar que los límites de velocidad y los esquemas de separación de tráfico se respeten. Estos es fundamentales para minimizar las colisiones con barcos y proteger la vida marina.
El EIA de Puerto Barú, los documentos de apoyo y otros materiales publicitarios, tales como el sitio web del proyecto, incluyen numerosas afirmaciones que carecen de pruebas suficientes o tergiversan el posible impacto y beneficios sobre ecosistemas críticos.
Preocupan la metodologica adoptada para la modelización del transporte de sedimentos, las inexactitudes sobre la proximidad de áreas protegidas clave y los posibles beneficios, la evaluación inadecuada del aumento del tráfico marítimo y el tono generalmente despectivo ante los posibles riesgos ambientales en favor de los posibles beneficios socioeconómicos.
Por último, las estrategias de mitigación propuestas parecen inadecuadas y no están fundamentadas en la ciencia actual.
Ecosistemas de manglares: amenazados por la deposición de sedimentos.
Ballenas jorobadas: riesgo de colisiones con barcos y contaminación acústica.
Ballenas de Bryde: posible alteración del hábitat.
Tortugas verdes: especie que está en peligro, se verá amenazada por el tráfico de embarcaciones y la dispersión de sedimentos.
Tortugas carey: en peligro crítico, vulnerables a la deposición de sedimentos.
Tiburones colicortos del Pacifico: especies en peligro crítico y en riesgo.
Delfines mulares: amenazados por la actividad de los barcos y el ruido.
Delfines manchados pntropicales: vulnerables al ruido y las colisiones de los barcos.
Arrecifes de coral: afectados por la dispersión de sedimentos y la turbidez.